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ORIGENES DE LA MORENADA PUNEÑA .

Por Henry Flores Villasante.


Entre las danzas del siglo XVI que produjeron formas que llegan hasta nuestros días, sobresalen las de "moros y cristianos" o “moriscas”, también conocidas como danza de “Morenos” o "Negros”, introducidas hacia 1533 como parte de las "conquistas".
Actualmente forman dos grupos principales las danzas "morismas" y las danzas de “la conquista”, con multitud de variantes, muchas de las cuales incluyen relaciones actuadas estructuradas en forma de diálogos. La “morisca” fue un género que abarcó numerosas danzas y tuvo gran difusión en Europa desde la "edad media". Su carácter anecdótico y su empleo de la “pantomima”, la señala también como posible antecesor como “la morisca” que consistía generalmente en un solo, ejecutado por un joven maquillado de moro, exóticamente vestido cascabeles en los tobillos (Ramos 1979).
La forma que llegó de España es una especie de “epopeya” danzada y rimada, a veces también actuada, que narra hazañas de los cristianos en sus guerras contra los infieles, y en cuyo clímax el moro árabe o turco, es invariablemente vencido.
Esta danza fijo su forma durante la época de las cruzadas y se le localiza geográficamente hoy en día, a lo largo de las rutas seguidas por los cruzados desde España hasta Turquía, pasando por los Balcanes.
Fue en España en donde mayor difusión alcanzo porque su temática formaba parte de la vida cotidiana. Se menciona desde el siglo XII, y en el XV era parte importante de los festejos del Corpus Christie. Su inmensa popularidad y su temprana exportación a las colonias, no fueron fenómeno accidental. Esta danza se había arraigado profundamente en el espíritu español durante la guerra de reconquista, en la cual los españoles se veían así mismos como cruzados, y se escenificó durante el siglo XVI como una afirmación, a nivel popular, de la posición española ante la reforma. La conquista y evangelización del “Nuevo Mundo” vinieron a representar en la imaginación española una prolongación de las cruzadas y la reconquista.
La ejecución de las danzas de “moros y cristianos” por los indígenas vencidos quienes representan siempre el papel de los infieles venía hacer los reconocimientos, siempre renovado, de la superioridad el imperio español y de la religión que lo sostenía.
Las danzas guerreras habían sido práctica común de los “indios” y este nuevo baile debió haber sido de su agrado, pues se utilizó mucho durante la época colonial, arraigándose definitivamente en los Andes. Con diversos nombres y personajes pero con la misma temática, esta danza se practica hoy en día en México, Venezuela, Bolivia y Perú. En el especifico caso del Perú en la ciudades de Junín, Cusco, Puno. Sus personajes varían: Pueden ser “moros”, “reyes moros”, sultanes y turcos, quienes luchan contra los cristianos a quienes a menudo, capitanea por reyes, virreyes y los Santos.
Al segundo gran grupo pertenecen a las danzas de la "conquista" (Figura 11 y 12). Desde el siglo XVI se empezaron a ejecutar danzas en las que se representaba la historia reciente y que vendría ser variante local de los “moros y cristianos”. Su tema era la guerra entre españoles e indios, con la consabida derrota de estos y su conversión al cristianismo. De ellas nació la danza de la conquista que se practicaba hasta los 70 en la ciudad de Puno y se sigue practicando aun en México, Guatemala y Bolivia.
El teatro y la danza cumplieron en el siglo XVI una importante función social. Dentro del contexto religioso ayudaron a propagar la fe del cristianismo más efectivamente que cualquier sermón. La religión fue presentada con gran lujo y aparato en masivas producciones teatrales, ante los maravillados ojos de los indígenas, quienes contemplaron con asombro la gloria del paraíso y los tormentos del infierno, viviendo, al representarlos los milagros y martirios de los personajes.
Las solemnes procesiones y los imponentes servicios religiosos durante los que, por breve tiempo, se olvidaban las diferencias sociales y vencedores y vencidos se inclinaban ante el mismo dios, ponían de manifiesto ante los indios el gran poder de la nueva divinidad contra la cual los dioses ancestrales que ahora dormían tal vez para siempre en el fondo de la lagunas en las cuevas, o en los cimientos de las nuevas iglesias (Figura 13 y 14) nada habían podido hacer.
Factor importantísimo para la evangelización de los “indios” fue la danza, porque ésta había sido, desde antes, "su principal oración".
Su religiosidad se volcó apasionadamente en las nuevas enseñanzas. Pero ignoramos cuánto tiempo tomó realmente ese proceso, y jamás sabremos si bailaban fervorosamente para el nuevo dios o la virgen, entre paso y paso, mantenían sus creencias de sus antiguos dioses que ellos mismos, subrepticiamente habían enterrado bajo muchos de los altares de la nueva religión.